Era un hombre que tenía dos hijas las cuales estaban casadas. Pensó muy a hacerlas una visita a ver como están. Visitó a la mayor, estaba casada con un alfarero, ¿hola hija que tal te va? ella le respondió bien papá tenemos muchos encargos y le mostró lo que tenían, estaban en una gran mesa, esperando para meterlos ya ne el horno, el padre le dijo hija que precioso, ella le contestó hacia falta que saliera el sol para que secaran bien y así cumplir con el encargo en el tiempo prometido. Su padre se despidió de ella. Fue a ver a la pequeña de las hijas, estaba casada con un hortelano, el cual tenía un inmenso terreno. ¿Hola hija como estás? bien le respondió, acabamos de plantar patatas y algunas verduras, acompañó a su hija la cual le enseño lo que habían plantado, y ella le comentó a ver si llueve pues si no perderemos toda la cosecha. Su padre se despidió, y pensativo se fue para su casa.
Esto demuestra que nunca llueve a gusto de todos.
Me alegro mucho que hayas vuelto a escribir en tu blog. Veo que sigues recordando fábulas...Sigue así..Besos
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ResponderEliminarGracias,me acordé y pensé voy a escribir,y espero que te guste la que acabé hace poco,ya me comentarás si te gustó.Besos.